Cómo hacer croquetas de jamón cremosas (y que no se abran al freír)

Si hay un plato que destaca en la gastronomía española y que jamás falta en las reuniones familiares o en las celebraciones es, sin duda, la croqueta. Esta delicia, crujiente por fuera y cremosa por dentro, se ha convertido en un símbolo de la cocina casera. Las croquetas de jamón, en particular, son uno de los sabores más populares, gracias a su sencillez y al irresistible contraste entre su textura y su sabor. Sin embargo, uno de los mayores temores al preparar este tipo de recetas es que se abran al freír, lo que puede arruinar toda la experiencia. En este artículo, exploraremos cómo hacer croquetas de jamón cremosas y, al mismo tiempo, asegurarnos de que no se deshagan en el aceite caliente.

Elección de ingredientes de calidad

El primer paso para conseguir unas croquetas perfectas es optar por ingredientes de primera calidad. El jamón ibérico o el jamón serrano son las mejores elecciones, ya que aportan un sabor intenso y inconfundible. La mantequilla y la harina también juegan un papel crucial en la elaboración de la bechamel, el alma de la croqueta. Elegir una mantequilla sin sal garantizará que se pueda controlar mejor el sabor final del plato. La leche debe ser entera para conseguir una mezcla más cremosa que realce la textura del relleno.

La combinación de estos ingredientes puede parecer simple, pero la técnica es lo que realmente marca la diferencia. Prepárate para dedicar tiempo a cada etapa del proceso. Comenzamos haciendo el sofrito con el jamón picado, que se dorará suavemente para liberar todos sus jugos y sabores, asegurando que cada bocado de la croqueta sea una explosión de gusto.

La bechamel: la clave del éxito

Una buena bechamel es la clave para conseguir croquetas cremosas que no se deshagan al freír. Aunque puede parecer complicado, con un poco de paciencia y atención se puede lograr una textura perfecta. Comienza derritiendo la mantequilla en una sartén a fuego medio. Una vez derretida, agrega la harina de forma gradual, removiendo constantemente para evitar la formación de grumos. Es fundamental cocinar la harina durante unos minutos, hasta que adquiera un ligero color dorado y deje de tener ese sabor a crudo.

A continuación, es el momento de incorporar la leche. Para evitar que se formen grumos, es recomendable calentarla previamente, aunque no necesariamente. Agrega la leche de a poco, sin dejar de remover, para que se integre bien con la mezcla de harina y mantequilla. Este es el momento clave donde la mezcla empieza a espesar. Añade sal, pimienta y nuez moscada al gusto. Puedes experimentar con estos condimentos según tus preferencias personales.

Una vez que la bechamel ha alcanzado la consistencia deseada, incorpora el jamón picado que preparaste al inicio. Revuelve bien para que el jamón se distribuyera de manera uniforme y asegúrate de que la mezcla no esté demasiado líquida. Es preferible que sea algo densa, ya que esto ayudará a que las croquetas mantengan su forma al freír.

Formado y fritura de las croquetas

Una vez que la mezcla de bechamel y jamón se haya enfriado completamente, llega el momento de dar forma a las croquetas. Puedes utilizar una cuchara grande o tus manos para formar pequeños cilindros o bolitas, según prefieras. Intenta mantener un tamaño similar para que todas se cocinen de manera uniforme. Asegúrate de que la masa esté bien compacta; si sientes que se deshace con facilidad, puede ser un indicativo de que ha quedado demasiado húmeda.

Para empanar, prepara tres platos: uno con harina, otro con huevo batido y otro con pan rallado. Pasa cada croqueta primero por la harina, luego por el huevo y finalmente por el pan rallado. Este proceso asegurará que cada croqueta tenga una cobertura crujiente y, lo más importante, ayudará a que no se abran al freír.

Ahora viene uno de los momentos más críticos: la fritura. Utiliza una sartén honda y calienta suficiente aceite para que cubra las croquetas. La temperatura ideal se sitúa en torno a los 180 grados Celsius. Si no cuentas con un termómetro, puedes comprobar si el aceite está listo añadiendo un pequeño trozo de pan; si burbujea y se dora en pocos segundos, entonces está listo. Fríe las croquetas en pequeñas tandas, evitando sobrecargar la sartén, lo que puede hacer que baje la temperatura del aceite.

Es importante darles la vuelta con cuidado para que se doren de manera uniforme. Una vez que estén doradas, retíralas y déjalas escurrir sobre papel absorbente. Esto eliminará el exceso de aceite y ayudará a mantenerlas crujientes.

Con estos sencillos pasos, conseguirás preparar unas croquetas de jamón que no solo serán el centro de atención en cualquier comida, sino que también conquistarán el paladar de tus invitados. ¡Disfruta de esta deliciosa tradición española en la comodidad de tu hogar!

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